

El tamaño y peso del huevo son indicadores clave en la producción avícola, ya que impactan directamente en la rentabilidad del sistema y en la aceptación del producto por parte del consumidor. Estos parámetros pueden variar por múltiples factores relacionados con la genética, la alimentación, el manejo y el ambiente de la granja.
Uno de los elementos más determinantes es la genética de las aves. Las estirpes modernas están diseñadas para alcanzar altos niveles de postura, pero también existen diferencias en cuanto al calibre del huevo dependiendo de la línea genética. Sin embargo, una buena genética no es suficiente si no se acompaña de una alimentación adecuada. Una dieta desequilibrada puede retrasar el inicio de la postura o producir huevos pequeños. Nutrientes como la proteína, los ácidos grasos, el calcio, el fósforo y las vitaminas A, D y E son fundamentales en la formación del huevo. Un aporte correcto de aminoácidos esenciales y de energía metabolizable, ajustado a cada fase de la producción, favorece no solo el tamaño, sino también la calidad de la cáscara y la duración del ciclo productivo.
El sistema de suministro de alimentos también juega un papel clave. Si no hay una distribución uniforme del alimento o si las gallinas tienen dificultades para acceder a él, se generan desigualdades en el consumo y, como consecuencia, se podría tener bajos tamaños en los huevos. Por eso, la eficiencia del sistema de alimentación, ya sea automático o manual, debe garantizar que todas las aves reciban su ración completa y al mismo tiempo.
El ambiente dentro del galpón también puede influir. Las condiciones térmicas extremas, especialmente el estrés calórico, pueden reducir la ingesta de alimento y afectar la fisiología de las aves, resultando en huevos más pequeños. El control de la temperatura, ventilación y humedad es crucial para mantener la estabilidad productiva. Asimismo, el manejo de la luz (duración e intensidad) impacta en la madurez sexual de las aves y en la duración de su vida útil como ponedoras.
Finalmente, la edad de la gallina influye naturalmente en el tamaño del huevo. Las aves jóvenes producen huevos más pequeños, y a medida que maduran, el peso del huevo aumenta, aunque en etapas muy avanzadas de la producción puede reducirse su calidad interna y externa.
La combinación de un buen manejo nutricional, técnico y ambiental es esencial para lograr huevos de tamaño uniforme, óptima calidad y alto valor comercial. En Cipa Nutrición, acompañamos a nuestros clientes con asesoría que garantiza el máximo rendimiento en cada etapa de la producción.